La buena voluntad de Dios




Rev. Jorge Álvarez


En realidad la voluntad de Dios demanda una entrega total, perfecta y agradable. Cuando hablamos de la buena voluntad de Dios, es encontrar la perfección en Él que es agradable.



 “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”, Romanos 12:1-2.


 Encontramos aquí que Pablo hace un alto para hablarnos de la demanda de un sacrificio, sabemos que la ofrenda que se demanda es aquella que va más allá de la que rutinariamente podemos entregar. No es aquella que se da sin mucho esfuerzo, sin mucha entrega, comprometiendo y entregando una parte de nuestra vida. En realidad la voluntad de Dios demanda una entrega total, perfecta y agradable. Cuando hablamos de la buena voluntad de Dios, es encontrar la perfección en Él que es agradable. Estos sacrificios eran como los que encontramos en las Escrituras en el Antiguo Testamento.


 ROMANOS 12:1


 “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional”, Romanos 12:1. Pablo presenta la petición como un ruego, la presenta como una súplica, como un clamor para encontrar la buena voluntad de Dios. Se dirige a los creyentes, y les está reclamando, les está demandando un sacrificio, una entrega, y esta es una entrega total. Hay cosas que tenemos que entregar, especialmente tenemos que entregar el cuerpo, esto es esencial, el Señor necesita nuestro cuerpo para poder glorificarse. Podemos ver en este pasaje bíblico cinco cosas que Dios nos está pidiendo: 1) Que presentéis vuestros cuerpos, 2) en sacrificio vivo, 3) en sacrificio santo, 4) en sacrificio agradable a Dios, y 5) vuestro culto racional.


 Que presentéis vuestros cuerpos


 Los miembros del cuerpo son instrumentos de servicio, pues servimos a Dios con todo el cuerpo. El cuerpo es el siervo de la cabeza, y el cuerpo no hace nada si la cabeza no le da órdenes. Esto nos lleva a un orden: Primero es el Servicio para luego entrar en la Voluntad de Dios. Ningún lema pudo haber sido mejor que Voluntad, porque esto viene detrás de un servicio, entonces la iglesia es siervo de Cristo, porque la cabeza es Cristo y nosotros tenemos que servirle a Él, a nuestro Señor Jesucristo.


 Cristo como la cabeza viviente, es complacido por la iglesia, somos el cuerpo y Él quiere usarnos a nosotros para que podamos cumplir su voluntad y obrar en todos sus propósitos. Es decir que si todos los miembros del cuerpo se entregaran totalmente a Dios, entonces acontecerían grandes cosas. Él va a realizar su voluntad a través de todos nosotros, al actuar debemos estar en las manos de Dios, no podemos salir de sus manos, de sus propósitos y de su voluntad.


 En sacrificio vivo


 Lo primero que nos demanda es que presentemos nuestro cuerpo en este sacrificio, en aquello que nos lleva a alcanzar la buena voluntad de Dios. En el Antiguo Testamento los judíos presentaban el cordero y lo traían al sacerdote, ellos entregaban el animalito al sacerdote; ahora nosotros entregamos nuestro cuerpo al Señor. La Palabra de Dios nos dice que tenemos que presentar nuestro cuerpo en sacrificio vivo.


 En el Antiguo Testamento se traían los corderos al altar y eran sacrificados, eran muertos. Cristo acabó con los sacrificios en el altar. Ahora Cristo desea un sacrificio vivo, porque no se puede hacer la voluntad de Dios si se está muerto; ese es el problema de muchos que están sin vida, muertos en sus delitos y en sus pecados; muchas organizaciones y concilios están ya muertos, creyentes y pastores muertos, ellos no pueden presentar el sacrificio que Dios requiere. Tenemos que vivir sobre el altar, nuestro Señor quiere un sacrificio vivo, hay que hacerlo ahora. “El ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz”, Romanos 8:6.


 Ahora sobre el altar no se va a traer un animal para sacrificarlo, ahora hay que traer nuestro cuerpo, hay que entregarlo todo para hacer un sacrificio vivo. Entonces presentamos el cuerpo, esto es ponerlo todo, aquí no excluye nada; aquí hay que poner las manos, los pies, la boca, hay que poner la mente, el corazón, aquí hay que ponerlo todo para hacer su voluntad y llegar a la buena voluntad de Dios. Tenemos que estar en el altar, en el altar está el fuego, el altar tendrá que arder, ahí está la Shekiná de Jehová, ahí está la presencia del Señor, ahí está la gloria de Dios; esa es la vida que Dios quiere para ti. Hemos pasado el Servicio y fuimos aprobados, ahora entramos a su Voluntad.


 Un sacrificio santo


 Si el corazón, el cuerpo y la vida son santas Dios mora ahí. Un Dios santo quiere habitar en templos que son santos. Por eso tiene que haber un sacrificio santo, hay que sacrificar aquellas cosas que tratan de levantarse y que nos impiden santificarnos. Pero nosotros estamos santificando nuestro templo, y vemos como el Espíritu de Dios está tomando control y va limpiando nuestros conductos espirituales y a la medida que vamos avanzando, vamos sintiendo que nos va envolviendo una presencia, una gloria, una libertad especial que viene del cielo. Somos el templo del Espíritu Santo.


 Un sacrificio agradable a Dios


 El Señor está buscando un sacrificio agradable, un sacrificio que sea aceptable. Esto de aceptable es entrar a experiencias que nos van a llevar a la voluntad de Dios, porque sin aquellas experiencias no se llega a esa voluntad. Dios quiere probar la perfección de su voluntad en nosotros, la cual va alcanzando la perfección a la medida que nos vamos entregando y sometiendo. Él quiere que profundicemos esa voluntad que nos va a llevar a ser mejores cada día. Sométase, pues, a la voluntad de Dios.


 Vuestro culto racional


 Cuando no hay una entrega total del cuerpo, cuando no hay un sacrificio vivo, y no hay un sacrificio santo, y no hay un sacrificio agradable a Dios, entonces no se puede celebrar un culto racional. El cuerpo nos lo dio el Señor, este cuerpo no nos pertenece, este cuerpo le pertenece a Dios. Él quiere disponer de todo nuestro cuerpo, pero aquí estamos luchando con el Señor, porque hay una parte que queremos entregarla y hay otra parte que es caprichosa, que es voluntariosa, donde predomina el ego. Es irrazonable negarle a Dios lo que le pertenece, el cuerpo es del Señor.


 ROMANOS 12.2


 “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”, Romanos 12:2. Podemos ver en este pasaje bíblico tres aspectos que Dios nos está solicitando: 1) No os conforméis a este siglo, 2) transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, y 3) comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.


“No os conforméis a este siglo”


No importa los principios, no importa la doctrina bíblica y la Palabra de Dios; el siglo trata de cambiar todo esto para se acomode a este, pero nosotros no nos podemos esconder en los cambios del siglo, en las modas y en las apariencias del siglo. Aquí nosotros somos un Movimiento Misionero Mundial que es de santidad y queremos movernos en “la santidad, sin la cual nadie verá al Señor”. No queremos el mundo aquí adentro, no queremos que se acomode al siglo; que la iglesia no se acomode al mundo, que no haya gente que este dividida; nosotros no somos de este siglo, y le decimos al mundo ¡Fuera!


“Transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento”


Tenemos que producir una transformación en la mente, ya que esta al resistirse no producirá cambio. Si yo no me transformo en mi vida interior, jamás voy a ver la transformación externa. Quiere ver una transformación externa tiene que haber una interna. Los renovados tienen la mente de Cristo; el problema es que la mente se llena de muchas cosas materiales, en vez de llenarla de la Palabra de Dios, se está llenando de revistas pornográficas, de videos obscenos, y de otras cosas más. Hay que sacar toda esa basura, hay que sacar todo lo malo para que haya una mente y un entendimiento renovado, una mente sana.


“Para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”


Aquella que está manifestada en su amor. Que si encontramos su amor, encontramos la voluntad perfecta de Dios, pero si no encontramos el amor estamos lejos de esa voluntad. “Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él”, 1 Juan 4:16. Cuando el apóstol Juan dice que “Dios es amor” nos señala la naturaleza esencial de Dios. A través de la demostración del amor experimentamos la voluntad de Dios.


En Génesis (capítulos del 6 al 9), se nos dice que Noé hizo la voluntad del Señor, y Dios lo capacitó de una forma extraordinaria. Jehová Dios le dijo: “Hazte un arca de madera de gofer…” (Génesis 6:14). Cuando nos ponemos en las manos de Dios, Él nos capacita, Él nos prepara y nos pone a realizar cosas que jamás habíamos pensado ni habíamos soñado. Hay muchos que han desarrollado labores que no sabían, que las han aprendido en el Señor. Dios capacitó a Noé, y lo puso a construir un transatlántico de tres pisos donde acomodaría cantidad de animales grandísimos y pequeños.


Dios lo capacitó para hacer algo grande, que era considerado una locura, por eso la gente lo llamaba “loco”. Noé estaba construyendo un transatlántico, no había cerca un río ni siquiera un mar, y lo estaba realizando en una región montañosa; ni los medios de arrastre que existen en la actualidad no hubieran podido transportar el arca en medio de esas montañas, era una locura. Dios le dijo: “Aquí es el lugar, aquí vas a edificar, aquí vas a construir el arca que salvará del diluvio la vida de toda especie animal”. Noé hizo la buena voluntad de Dios, aquella que es agradable y perfecta.


En el libro de los Jueces (capítulos del 7 al 8) encontramos a Gedeón con trescientos hombres quienes tenían que enfrentarse a un ejército de ciento veinte mil soldados, eso era una locura. Pero Dios es el que capacita a su pueblo, la obra no la hacemos ni tú ni yo, la obra la hace el Señor, a Él le damos la gloria y la honra, Él es el que hace la labor. Entonces no es la matemática ni los números, eso no tiene importancia, porque cuando Él quiera hacer algo, no importa que sean unos ciento veinte mil hombres contra unos trescientos, allí está Dios quien tiene la fuerza y el poder. Gedeón hizo la buena voluntad de Dios, aquella que es agradable y perfecta.


Dios es el que nos capacita. Entendamos que muchas veces inventamos cosas o situaciones que nos limitan, incluso nos hacemos víctimas e inservibles, y no iniciamos nada, y decimos: “Yo no sé, yo no tengo la capacidad ni la madurez, yo no lo puedo hacer…”, pero eso no es así. Cuando vamos a las Sagradas Escrituras encontramos hombres y mujeres que no tenían capacidades, pero Dios los capacitó para que hicieran la voluntad de Él, muchos de ellos no conocían cuál era esa voluntad, pero estaban haciendo lo que se les ordenó. Lo que tenemos que hacer es empezar a obedecer, a cumplir lo que Él nos ha encomendado.


El apóstol Pablo fue capacitado para predicar a los gentiles, y para establecer congregaciones. Muchos de nosotros no sabíamos hacer nada, no sabíamos hablar, éramos muy tímidos, como el caso mío, jamás pensé que yo podría predicar la Palabra de Dios. Si conocemos a Dios conoceremos su voluntad, porque en Él no hay limitaciones. Estemos seguros que el Señor nos va a capacitar para hacer grandes cosas que no nos habíamos imaginado ni pensado, no duden de sus capacidades, de sus fuerzas, de sus recursos, Dios nos equipará para cumplir con esa voluntad y poder desarrollar la voluntad del Señor. Jesús dijo: “Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra”, Juan 4:34.


Una vez que conozca la voluntad de Dios, su vida accederá a la perspectiva correcta, una vez que la encuentre, una vez que conozca lo que Dios está haciendo verá lo que debe hacer. Si no lo ve entonces está lejos de la voluntad de Dios y por eso no lo conoce. Si quiere buscar la voluntad de Dios, pero lo busca de acuerdo a sus propias fuerzas, entonces no la va a alcanzar, no va a conseguirlo, porque este no es un asunto de fuerza, hay algo en la fuerza humana, que el Señor quiere romper y quiere quebrantar.


“Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga”, Mateo 11:29. El yugo significa “instrumento para la labor forzada”. El yugo era un instrumento hecho para dos bueyes que van a trabajar en el campo. No se ponían dos bueyes viejos; uno de ellos tenía que tener experiencia, este era el buey viejo; y había que crear un surco; el surco tenía que ser derecho, no podía ser curvo; el buey viejo o de la experiencia se juntaba con el buey joven, entonces lo doblaba, porque para que vaya con el yugo tenemos que estar doblados, el yugo doblaba a la bestia.


Entonces cuando iba el buey joven tirando para los lados, el buey viejo lo iba jalando y lo iba trayendo para que entre en el surco; porque hay que caminar en el surco, no puede salirse; el problema es que muchos quieren ser bueyes viejos, o creen que tienen experiencia, pero no tienen ninguna, y tampoco la quieren buscar, hay que enyugarse con aquellos que tienen la experiencia. Como pastor quiero que la iglesia se enyugue conmigo para hacer el surco y para llevarlo por la dirección correcta, porque tiene que ser en línea recta, esos surcos no tienen que estar dando curvas.


Entonces el pastor que es el buey viejo, se enyuga con algunos bueyes jóvenes, y en seguida estos bueyes jóvenes comienzan a recomendar al pastor y a decir: “Esos surcos lo podemos hacer, tomando por aquí y por allá y poder avanzar”. Hay muchos que están luchando, porque no resisten el yugo. A los pastores les gusta que las ovejas se pongan el yugo con ellos, y a los pastores les gusta ponerse el yugo con los supervisores, y a los supervisores les gusta ponerse el yugo con la oficialidad, porque es la experiencia del buey viejo la que hace falta. El símbolo del yugo es servidumbre, primero es el servicio y luego la voluntad, y el buey está ahí para servir.


El símbolo del yugo es el servicio, pero también es sujeción. El servicio y la sujeción van juntos. No se podía forzar un par de bueyes que trabajan para su amo, en las cosas de Dios esto no es un asunto de fuerza. Hermanos hay gente que desea salirse del yugo, que no quiere caminar, que no está haciendo el surco como hay que hacerlo, y se les dice: “Aquí es el surco, el surco es recto, no puedes irte por la derecha, no puedes salirte…”, pero se están saliendo del yugo. Hay muchos que no lo quieren, y en esta obra el que no quiere el yugo no puede estar con nosotros, porque aquí tenemos que estar enyugados con Cristo, enyugados de acuerdo a las responsabilidades que Dios nos ha dado.


Antes de ponerle el yugo a ese par de bestias, hay que quebrantarles su voluntad, no era posible que se le pusiera el yugo a un animal que tiene voluntad propia. Las bestias son indomables, son tercas, y si se le pone el yugo sin quebrantarle la voluntad, esa bestia puede morir, porque no está preparada para esa tarea. Si todavía es indomable, si da golpes, entonces hay que romperle la esperanza, hay que matar sus planes y metas, hay que destruirle sus sueños, hay que destruirle todas sus aspiraciones. Entonces cuando se quebrante, ahí recién podrá entrar en la voluntad y el propósito del Señor, y podrá ser enyugado y podrá servirle con alegría a Dios.


Sabemos que tú y yo no tenemos que presionar nada, solamente dejar que Él abra la puerta, no tenemos que forzar ni presionar, no tenemos que indicarle ni ayudarle a Dios. Hay muchos que están detenidos y estancados, cuando Él nos está diciendo cual será el resultado. A veces pensamos que esto es como tener un mapa de viaje, para tomar una ruta; en la voluntad de Dios no hay mapa, ni hay equipos sofisticados, “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”, Juan 14:6. Necesitamos saber el camino y tenemos que llegar y ubicarnos en su voluntad.


“Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame”, Mateo 16:24. Si alguno quiere seguir a Jesús tiene que negarse a sí mismo, esto no es otra cosa que quebrantar su propia voluntad. Pero sigue diciendo: “Tome su cruz, y sígame”; ahí no está diciendo cargue su cruz, está diciendo tome su cruz. ¿Qué significa la cruz para Cristo? Significa someterse a la voluntad de Dios, que Jesús venga y muera en la cruz y que allí se celebre la pascua gloriosa a través del derramamiento de su sangre.


¿Cuándo estamos en el centro de su voluntad? Cuando cumplimos lo que Él dice, y entregamos nuestra vida para que sea realizado su propósito. Surge ahora una pregunta ¿qué haré con mi vida mañana? ¡Pues yo mañana voy a iniciar esto, mañana voy a hacer esto y lo otro…! La pregunta correcta sería ¿qué quiere Dios que haga hoy? Pues Dios quiere que comience hoy mismo.


Cuando seguimos a Jesús día a día, Él vendrá a mostrar muchas soluciones. “Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré”, Génesis 12:1. Aquí vemos que Abraham anduvo por fe y no por vista, se le conoce como el padre de la fe. Abraham siguió a Dios día a día, él no sabía lo que iba a encontrar, él no sabía hacia donde iba. Abraham se movió con su familia en el desierto, llevando sus pertenencias, eso no le costó unos días, ni unas semanas, ni unos cuantos meses, porque la voluntad de Dios hay que buscarla siempre. El Señor te dice ahora: “¿Por qué has dejado de caminar? Si tú empezaste a caminar e ibas bien, ¡Levántate y camina!”.


El Señor está diciendo: No te quedes ahí sentado ¡levántate!, empieza hoy la voluntad de Dios, empieza a caminar. Abraham no se detuvo, él dijo: ¡Ese es el secreto, ese es tu voluntad, eso es lo que tú quieres que yo camine día a día…! Abraham dependía de que Dios le dijera a donde tenía que ir, él no lo sabía, se le había dicho levántate y sal a la tierra que yo te mostraré. Empieza a caminar, empieza a moverte, empieza a abrirte camino por donde tú no entiendes, camina en medio de las luchas y de los ataques, que viene el enemigo y te dice: ¿Qué haces caminando? ¿Hacia dónde vas que estás solo? Ahora escucha la voz de Dios que te dice: ¡Levántate y anda! obedece y camina en el propósito que Dios tiene para tu vida.


 A Abraham le costó mucho tiempo encontrar la tierra de Canaán (Génesis 22). Tenemos que ser probados para encontrar su voluntad, y a veces evadimos las pruebas, así evadimos el proceso de Dios. “Probó Dios a Abraham, y le dijo: Abraham. Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré”. Aquello no era tan agradable, seguro que ni aun para nosotros, a lo mejor ni la cumplíamos y la pasábamos por encima, en contra de la voluntad de Dios.


 ¿Estás dispuesto a empezar a caminar como lo hizo Abraham? Ya sabes que luego vendrán exigencias mayores para entrar en la voluntad de Dios, porque esto no se queda en una área superficial, el Señor nos va a llevar a aguas profundas y diremos: ¡Sea echa tu voluntad en mi vida! Amado lector empiece a subir, empiece a tomar altura, no se detenga, pero tiene que sacrificar lo que más ama. Empiece a hacer la buena voluntad de Dios. ¡Dios le bendiga!s